
Ficha técnica
Título: Madrid-Moscú. Notas de viaje, 1933-1934 | Autor: Ramón J. Sender | Prólogo: José Carlos Mainer | Editorial: Fórcola | Colección: Siglo XX, 11 | Páginas: 324 | ISBN: 978-84-16247-80-2 | Formato: 13 x 21 cm | Precio: 24,50 euros | Fecha: febrero 2017 |
Madrid-Moscú
Ramón J. Sender
En los años veinte y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores, periodistas y políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez Caballero denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita construcción del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los regímenes», en palabras de José Carlos Mainer, atraía a aquellos viajeros fascinados por el triunfo de la tecnología y la industria.
Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la Internacional Comunista -Komintern-, visitó la URSS, un país que llevaba a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno, dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.
Las crónicas de viaje de Sender, publicadas en La Libertad entre el 27 de mayo y el 13 de octubre de 1933, fueron la base del libro que, con modificaciones y ampliaciones posteriores, publicó la editorial Pueyo en 1934. Con una calculada mezcla de impasibilidad y desparpajo, de curiosidad abierta a los hechos y de dogmatismo en sus presupuestos, en sus crónicas Sender se inventaba un comunismo alejado de la realidad del primer estalinismo. Más allá de sus cegueras y sus legítimas esperanzas, estas febriles páginas son una inmersión de primer orden en la cenagosa historia del siglo xx.
AÑOS TREINTA: SENDER EN LA UNIÓN SOVIÉTICA
José-Carlos Mainer
EL JOVEN INSURRECTO
Nacido con su siglo (el 3 de febrero de 1901), Ramón José Antonio Blas Sender Garcés fue contemporáneo estricto, entre otros, de André Malraux y Nazim Hikmet, que vinieron al mundo en ese año; uno antes lo hizo su coterráneo Luis Buñuel y otro después, Rafael Alberti. Como ellos, Sender encarnó algunos emblemas de la centuria que estrenaba -la audacia y la aventura, el compromiso (y la decepción) del comunismo, la conquista de la independencia moral y la soledad de fondo- y vivió en carne propia las experiencias que el siglo les deparó a manos llenas: guerras y exilio, remoción de las relaciones entre la vida y el arte, una conciencia más aguda de la injusticia y una irreprimible fascinación por la rebeldía. Fueron hijos de una posguerra -la de 1914- que los hizo, a él y a sus compañeros, descontentos y revolucionarios y de otra -la de 1945- que los hizo desengañados y escépticos.
Sender vio la luz en el campo aragonés y siempre prefirió la fidelidad a los territorios originarios más que a sus abstracciones patrióticas. Tuvo presentes los paisajes de su lugar natal -el Alto Aragón-, que luego reconoció en las tierras del Rif o en las de Nuevo México, igual que Buñuel fue siempre fiel al fragor de los tambores de su Calanda nativa y Alberti a la luz deslumbradora de la bahía gaditana. Había sido también un adolescente díscolo y atrevido que llegó a Zaragoza en 1914 para estudiar cuarto de bachillerato en el instituto, tras un breve internado en un colegio religioso de Reus y haber hecho los primeros cursos de bachillerato en Tauste, donde dirigía sus trabajos el benévolo capellán de Santa Clara.