
Ficha técnica
Historia de la pobreza en EEUU
Stephen Pimpare
La mejor guía para comprender qué ocurre bajo la apariencia y el éxito de una gran nación.
Premio Michael Harrington de Ensayo. Esta obra del profesor Pimpare, apoyada en reveladores documentos, estadísticas y testimonios, revela como la potencia hegemónica mundial, ejemplo de progreso y desarrollo económico, esconde una dramática situación de exclusión social.
Millones de ciudadanos de EE.UU. viven en la pobreza. La potencia hegemónica mundial, ejemplo de progreso y desarrollo económico, esconde una dramática situación de exclusión social. Esta obra del profesor Pimpare, apoyada en reveladores documentos, estadísticas y testimonios, es la mejor guía para comprender qué ocurre bajo la apariencia y el éxito de una gran nación.
«Prestar mayor atención a los más afectados, pero también a los más ausentes, en las historias de la pobreza y la asistencia social que se publican podría contribuir además a desterrar un cruel engaño subyacente a la cultura política estadounidense. Tal vez el credo del individualismo se ajuste bien a los más acomodados, pero representa un peligro para las clases sociales más vulnerables, que deben compartir recursos y poner en común sus necesidades» (Stephen Pimpare).
«La historia de los hombres y mujeres de todas las clases sociales, colores y culturas revela un asombroso grado de lucha y acción política independiente. Las gentes de a pie desempeñaron papeles históricos complejos y elaboraron ideas políticas enormemente sofisticadas y, a menudo, muy distintas de quienes los gobernaban» (Howard Zinn).
LOS POBRES INDIGNADOS
Y LAS CONSTANTES DE LA AYUDA
Me acuerdo de la anciana que vivía en el interior
del país y un día fue al mar. Había vivido
toda su vida en la pobreza. Nunca había tenido
lo bastante de nada. Toda la comida que
caía sobre la mesa, toda la ropa que vestía,
tenía que ser meticulosamente medida. Cierto
día, unos parientes amables la llevaron al
mar. Se sentó junto a la orilla, en silencio, y
al principio no se le oyó decir ni una palabra.
Luego, cuando la miraron, le caían lágrimas
por las mejillas. «¿Por qué, tía? -le preguntó
su sobrina-. ¿Qué pasa? ¿Te encuentras
mal?» «No -respondió ella llorando-. No
me encuentro mal; pero, gracias a Dios, he
visto algo de lo que hay de sobra.»OSCAR MCCULLOCH, 1889