
Ficha técnica
Título: Fariña | Autor: Nacho Carretero | Diseño de cubierta: Artur Galocha | Editorial: Libros del K.O. | Páginas: 368 páginas + Faja desplegable y mapas | ISBN: 978-‐84-‐16001-‐46-‐0 | Precio: 18,90 euros
Fariña
Nacho Carretero
Nunca Galicia comercializó un producto con tanto éxito. Aunque ahora parezca una pesadilla lejana, en los años 90 el 80 por ciento de la cocaína desembarcaba en Europa por las costas gallegas.
Aparte de su privilegiada posición geográfica, Galicia disponía de todos los ingredientes necesarios para convertirse en una «nueva Sicilia»: atraso económico, una centenaria tradición de contrabando por tierra, mar y ría, y un clima de admiración y tolerancia hacia una cultura delictiva heredada de la época de los «inofensivos» y «benefactores» capos del tabaco. Los clanes, poderosos y herméticos, crecieron en un clima de impunidad afianzada gracias a la desidia (cuando no complicidad) de la clase política y de las fuerzas de seguridad.
A través de testimonios directos de capos, pilotos de planeadoras, arrepentidos, jueces, policías, periodistas y madres de toxicómanos, Nacho Carretero retrata con minuciosidad un paisaje criminal con frecuencia infravalorado. En el imaginario popular, ese costumbrismo kitsch de capos con zuecos y relojes de oro ha oscurecido el potencial destructivo de un fenómeno que arrasó el tejido social, económico y político de Galicia.
Fariña incluye, además, un repaso inédito por los clanes que siguen operando hoy en día. Porque en contra de la creencia mediática y popular -tal y como demuestra este libro-, el narcotráfico sigue vivo en Galicia.
No se debe olvidar lo que todavía no ha terminado.
FRAGMENTOS
Don Vicente Otero, «Terito», fue militante popular toda su vida y amigo personal de Manuel Fraga. Se profesaban cultivada amistad mutua, nunca negada por ninguna de las dos partes. A Fraga no le faltaba de nada en sus visitas a Arousa: copiosas comidas y mariscadas, muchas de ellas en el parador de Cambados, otras, en alguno de los restaurantes que poseía «Terito» o en el Casino A Toxa, segunda residencia del contrabandista. El dirigente de AP era recibido con fanfarria y honores, y a don Vicente se le correspondió desde el partido con la insignia de oro y brillantes. «Terito» garantizaba los votos en una comarca donde los populares se llevaban -y se han seguido llevando en algunos municipios- el 70% de las papeletas.
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«En realidad -resume un juez de la época- con la Guardia Civil no se podía contar». Perfecto Conde, en su libro, dedica un capítulo a los sobornos que recibían los agentes y que los investigadores detectaron desglosados en las cuentas de las organizaciones de contrabandistas. Figuraban como un gasto más, bajo la denominación de «pagado fuerza», y se referían al dinero destinado a los cuarteles gallegos que debían hacer la vista gorda. De estas y otras decenas de casos de corrupción nació la frase que Laureano Oubiña pronunciaría años después: «No, hombre, no. Sin ellos no hubiéramos podido hacer nada…».
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Lo que hizo Vioque fue convertir la Cámara de Comercio en una oficina mafiosa -retoma el juez-. Era allí donde se planeaban reuniones, desembarcos, estrategias de defensa para los capos… Su objetivo era hacer un sindicato del narco y coordinar todo: los blanqueos, los sobornos, las descargas…, y cada capo de cada organización era una especie de vocal. Aquello fue lo más cerca de la mafia que hemos estado en Galicia». Un agente de Policía recuerda la Cámara de Comercio como un salón de actos y fiestas: «Por allí pasaron a tomar copas Fraga, Feijóo…, todos. Es que pasaron todos»