
Ficha técnica
Título: Familia | Autor: Ba Jin | Traducción: Eulàlia Jardí | Editorial: Libros del Asteroide |Páginas: 376 | Género: Novela | Formato: 14 x 21,5 cm | ISBN: 978-84-15625-55-1 | Precio: 19,95 euros | Ebook: 11,99 euros
Familia
Ba Jin
Chengdú, China Central, 1919. Los tres hermanos Gao, Juexin, Juemin y Juehui, viven conforme a las tradiciones que ha seguido su familia durante siglos; cuatro generaciones de la familia conviven ahora bajo el mismo techo, lo que supone un especial motivo de orgullo para el abuelo Gao, el patriarca del clan.
En la gran casa familiar, los mayores continúan su vida indolente como si nada fuese a cambiar: como si las tropas del general Zhang, que en las puertas de la ciudad preparan un nuevo ataque, no pudieran alcanzarlos; como si los aires nuevos traídos por libros y revistas no fueran a transformar su existencia.
Los tres hermanos Gao están de acuerdo en que las viejas tradiciones -los matrimonios concertados, los ritos obsoletos, que las mujeres tengan que vendarse los pies o llevar el pelo largo…- carecen de sentido, pero no todos tendrán la fuerza necesaria para rebelarse.
Publicada por primera vez en 1931, Familia retrata la desintegración de la China feudal a comienzos del siglo XX y está considerada como una de las obras fundamentales de la literatura china contemporánea.
«Sus obras tuvieron muchísimo éxito, tanto por su significado social como por su importancia literaria.» The New York Times
«Ba Jin fue el último de los gigantes literarios chinos del siglo xx. Más que cualquier otro escritor de su generación, inspiró y retrató los múltiples movimientos políticos y sociales que atravesaron su país durante varias décadas.» The Independent
1
El viento soplaba con tanta fuerza que los copos de nieve revoloteaban en el aire como trozos de guata, sin llegar al suelo. A ambos lados de la calle se habían formado caminos blancos al pie de los muros que rodeaban las casas y parecía que el cemento de en medio de la calle estuviera engastado en la nieve. Los transeúntes y los porteadores de palanquines luchaban en vano contra el vendaval. El cielo estaba completamente blanco. Había nieve por doquier: encima de los paraguas y los sombreros de paja de los porteadores, y en el rostro de los viandantes. El viento orientaba los paraguas a su antojo. Aullaba colérico y violento, y con el sonido de los pasos sobre la nieve formaba una especie de ruido extraño que laceraba los oídos de la gente y parecía advertir que la primavera no llegaría nunca.
Atardecía y las farolas todavía estaban apagadas. Las formas se diluían en la penumbra del crepúsculo. Todo era agua y lodo. El aire era glacial. El deseo de regresar a la calidez del hogar era el único acicate de la gente.
-Hermano tercero, ¡date prisa!
Quien decía esto era un joven de diecinueve años que con una mano sujetaba el paraguas y con la otra levantaba los bajos de su túnica, mirando hacia atrás, con la cara enrojecida por el frío y las gafas de montura dorada en la punta de la nariz. El que iba rezagado, de la misma estatura y vestido igual que él, era más joven, un poco más delgado y tenía una mirada extraordinariamente brillante.