
Ficha técnica
Título: Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965 | Autor: José Donoso | Edición: CECILIA GARCÍA-HUIDOBRO McA. | Editorial: UDP | Colección: Vidas Ajenas | Páginas: 712 | Fecha: 2016 | ISBN: 978-956-314-352-2 | Precio de referencia: $39.000
Diarios tempranos
Tanto nos hemos acostumbrado al desenfado de la confesión farandulesca que se ha creado cierta convicción de que los diarios son el espacio para registrar los secretos más borrascosos. Sin embargo, en el caso de un escritor de pura cepa como José Donoso lo natural es que sus cuadernos abunden en cuitas laborales, entrampamientos creativos, ensayos de escritura, correcciones y tachaduras.
Donoso fue desde joven un infatigable escritor de diarios, y hoy se conservan unos ochenta cuadernos de su puño y letra, divididos en dos colecciones, una en la Universidad de Iowa y otra en la Universidad de Princeton. El libro de su hija Pilar Donoso, Correr el tupido velo, abarcó los diarios del segundo período, mientras que el presente volumen, editado por Cecilia García-Huidobro, pone el foco en los diarios de la primera época (1950-1965), aquellos que registran los tempranos balbuceos creativos y la incansable autoexploración del escritor chileno en busca de una identidad literaria. En Diarios tempranos. Donoso in progress asistimos a la milagrosa intimidad de un autor que bulle de entusiasmo, no ceja, prueba una y otra vez, y se espolea con una frase que lo retrata de cuerpo entero: «Me muero de ganas de escribir».
INTRODUCCIÓN
Hay escritores velocistas que con ligereza digna de Usain Bolt se instalan en el podio en forma inmediata. Pensemos en Rulfo, por ejemplo. Luego de Pedro Páramo, ¿quién necesita más para poner a su autor en el medallero de todos los tiempos? Los hay fondistas, en cambio, que siguen en incansable carrera. César Aira debería recibir pronto una medalla olímpica en esta categoría. Sin embargo hay autores de carrera todavía más larga cuyo universo sigue revelándose después de su muerte. A esta escasísima fauna pertenece José Donoso. A veinte años de su fallecimiento (1996), este escritor no termina de sorprender a sus lectores. Y no me refiero al hecho de que se hayan publicado póstumamente dos novelas: El Mocho, en la que se encontraba trabajando cuando murió, y Lagartija sin cola, manuscrito encontrado en su archivo; mal que mal la industria editorial se ha vuelto experta en hacer escribir a los muertos.
La primera gran señal de lo que quedaba por descubrir llegó el año 2009 de la mano de su hija. La publicación de ese extraordinario libro de Pilar Donoso, Correr el tupido velo, asombró incluso a sus más cercanos, o especialmente a ellos, habría que decir mejor. Con un logradísimo tono y basada en los diarios y cartas de su padre, Pilar relata su historia familiar con descarnado aliento. Como si se tratara de una película expresionista, la realidad aparece envuelta en sombras que la desfiguran arrojando su verdad más abismal. Todos entendimos entonces que el archivo de José Donoso era más que el registro de la memoria del escritor, era también su contra/obra. Una profunda otredad quedaba por rastrear en esos diarios. Nuevas luces para revisitar toda su obra.
Donoso, en cambio, siempre lo supo. «Sé que estos cuadernos no morirán conmigo, por eso tengo miedo de que mucho de lo que digo aquí sea trampa, mentira, pose, manierismo. Esta página -es maravilloso y terrible pensarlo- me sobrevivirá en los sótanos climatizados, antibomba de hidrógeno, donde se guarda, me complace decirlo, justo al lado de los originales de Lewis Carroll, de Alicia en el país de las maravillas (el verdadero apellido de Carroll era Dogson). Sin duda, este hecho me hará falsear un poco -espero que sea muy poco- la imagen de mí mismo que pretendo dar, pero voy a rajarme para que no sea así. Que lo que quede aquí sea la verdad, y así esta carne viva mía que son mis diarios me sobreviva además de las fantasías de mis libros. Por otra parte, este deseo puede no pasar de ser un impulso. Puede terminar con este párrafo, y todo esto, y más que todo esto, y todo aquello que soy capaz de controlar, quede cifrado en forma mucho más clara y espontánea y compleja en mis fantasías escritas, que dejarán dibujado el verdadero contorno de mis facciones.