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Ficha técnica

Título: Desfile de ciervos | Autor: Manuel Vicent | Editorial: Alfaguara | Colección: Hispanica | Medidas: 152 X 240 mm | Formato: Tapa blanda con solapa | Páginas: 304 | ISBN: 9788420403212 | Precio: 18,90 euros | Ebook: 9,99 euros

Desfile de ciervos

ALFAGUARA

Tras las exitosas Aguirre, el magnífico y El azar de la mujer rubia, vuelve Manuel Vicent con la narración de los últimos  veinte años de la historia de España a través del retrato de la familia real.

«Era un misterio lo que podía aparecer en el retrato fantasma cuando se levantaran las sábanas. En la oscuridad de aquel salón del Palacio Real las figuras pudieron haber tomado vida propia incorporando a su alrededor la atmósfera cargada que había atravesado España durante dos décadas sin necesidad de que el pintor interviniera.»

En 1994 un renombrado artista recibe el encargo de pintar un retrato de  la familia real. El cuadro, con las figuras abocetadas, permanece tapado  durante veinte años en una sala de palacio. ¿Qué aparecerá en él cuando finalmente se levanten las sábanas que lo cubren?

Al contrario que en el mito de Dorian Gray, en el cuadro los personajes  podrán contemplarse tal como eran antes de que nuestros sueños fueran  derrotados. Pero durante ese tiempo la vida ha transcurrido fuera del  cuadro, ha devastado las figuras reales y ha incorporado al fondo del  paisaje culpas y renuncias, fracasos y  errores, corrupción y crímenes,  y también historias de amor más allá de la muerte, terminando por su cuenta la obra después de veinte años.

Superados los terrores del segundo milenio, el retrato de la familia  real muestra cómo la realidad ha llenado de sombras aquellos sueños que parecía que no iban a corromperse nunca.

Desfile de ciervos, que completa el fresco de la historia de la España contemporánea iniciado por el autor con Aguirre, el magnífico y El azar de la mujer rubia, es una inteligente combinación de ficción y realidad desbordante de ironía y lucidez,  escrita con la maestría que caracteriza la narrativa de Manuel Vicent.

La crítica ha dicho…

«Su gusto por el detalle no disminuye la contundencia gráfica. Cuando  Vicent habla de algo lo ofrece abierto en la mesa de quirófano.» David Trueba, Babelia

«Vicent cuenta todo lo que sabíamos y algunas cosas más con exquisita  elegancia, no exenta de virulencia poética cuando hace falta…» J. J. Armas Marcelo, ABC Cultural

«Manuel Vicent es la alegría contagiosa de tener algo que contar y contarlo magistralmente.» Justo Navarro, El País

Fragmento del 1er capítulo

Un día de julio del año 1994, la aurora iluminó el cadáver de un hombre gordo colgado de lo más alto de una grúa de la construcción a orillas del Mediterráneo. El cuerpo estaba partido en dos por la luz de un amanecer color de rosa, medio cuerpo lleno de sol y medio lleno de sombra, según lo balanceaba una brisa de gregal que anunciaba lluvia de verano. Antes de que llegara el juez a bajar el fiambre de aquel patíbulo industrial hubo noticias de que no muy lejos de allí, en la misma línea del mar, otro muerto se mecía igualmente de otra grúa de la misma empresa constructora. Alrededor de las diez de la mañana fue descubierto un ahorcado más y a este ya le daba el sol de lleno en la cara y, aunque estaba a unos siete metros de altura, uno de los curiosos creyó haberlo visto la noche anterior tomando un gin tonic en la barra de El Venado, un prostíbulo de lujo situado entre naranjos a pocos kilómetros del lugar donde fue colgado del cuello. En total eran tres, al parecer todos rematados previamente con un tiro en la nuca antes de darles la soga y exponerlos en lo alto de idéntica forma como un exorcismo, lo que los mafiosos llaman la fiesta de la corbata. La clave de esta serie de crímenes sincronizados ha tardado veinte años en revelarse. Ha sido este otoño de 2014 cuando ha salido a la luz el misterio de aquel triple asesinato.

Ese mismo día de autos, el 9 de julio de 1994 por la tarde, el rey don Juan Carlos, la reina doña Sofía, la infanta Elena y el príncipe Felipe llegaron al estudio de un laureado pintor de fama internacional, situado en una colonia de chalés al norte de Madrid. La dirección del Patrimonio del Estado le había encargado un retrato de la familia real y el artista había llamado a un fotógrafo de su confianza para una sesión de fotos sin informarle previamente de qué encargo se trataba. También había citado a su amigo Javier de Sosa, un famoso realizador y presentador de televisión, quien antes de bajar del taxi se sorprendió al ver dos manzanas de la colonia tomadas por la policía y un helicóptero realizando tirabuzones a baja altura alrededor de la casa del pintor.

En esos días se estaba celebrando la Copa Mundial de Fútbol en Estados Unidos y a media tarde, en todos los bares de Madrid y por las ventanas y balcones abiertos a las calles desiertas, se oía la retransmisión del partido entre España e Italia, que se jugaba en cuartos de final. En el aire tórrido sonaban los nombres de Javier Clemente, Zubizarreta, Hierro, Begiristain, los héroes del momento. Dino Baggio había marcado el primer gol para los italianos. En el segundo tiempo consiguió empatar Caminero, y en el último momento Julio Salinas se había quedado solo ante la portería del guardameta Gianluca Pagliuca, pero falló estrepitosamente. Pudo haber sido la victoria que hubiera cambiado el destino de la selección española. A falta de tres minutos para el final reglamentario Roberto Baggio marcó el gol decisivo, y en el tiempo de descuento fue cuando se produjo el percance. El árbitro húngaro Sándor Puhl no señaló la clamorosa falta de un codazo alevoso de un jugador italiano a uno de los nuestros en plena cara.

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