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Ficha técnica

Título: Conversaciones con James Joyce | Autor: Arthur Power  | Traducción: Juan Antonio Montiel | Editorial: UDP | Colección: Vidas Ajenas  | Páginas: 192 | Fecha: 2016 | ISBN: 978-956-314-347-8 | Precio de referencia: $15.500

Conversaciones con James Joyce

UDP

Este libro constituye un documento excepcional sobre James Joyce, a quien Arthur Power conoció en París poco después de la Primera Guerra Mundial, y con quien mantuvo frecuentes conversaciones cuyo contenido solía anotar de regreso a su casa. Power era por entonces un muchacho de inclinaciones románticas y fascinado por la capital francesa, a la que acababa de llegar y en la que ensayaba una vida bohemia, codeándose con artistas y escritores. Probablemente fue su común origen irlandés lo que le franqueó el trato con el educado pero distante Joyce, conocido ya como autor de libros por los Power no sentía un particular aprecio. Pese a ello, Power buscó la compañía y la amistad del escritor, a quien sacaba de su casa para dar largos paseos o acudir a fiestas y reuniones.

De la extraña pareja que formaban habría de surgir, sin embargo, el testimonio más directo y veraz que poseemos sobre las opiniones de Joyce, sobre sus lecturas, sobre su carácter. La ingenuidad y la vehemencia de Power desinhibieron las reservas de Joyce y obtuvieron de éste declaraciones a menudo insospechadas, siempre agudas, que hacen de este delicioso libro una referencia obligada para quienes se interesan tanto por la vida como por la obra de uno de los más influyentes escritores del siglo XX.

 

I

A modo de preludio

Mi temprano amor por Francia debe haber sido instintivo. Recuerdo que, antes de cumplir catorce años, convencí a mi madre de que pasáramos las vacaciones de Navidad en Boulogne, arguyendo que sería una oportunidad magnífica para mejorar nuestro francés. Luego de cruzar el Canal de la Mancha en un vapor, nos alojamos en un hotel viejo y ruidoso, de largos corredores, situado en una colina cerca de una ancha calle empedrada. Enfrente estaba la enorme iglesia gótica donde mi madre y yo íbamos los domingos a misa, y donde descubrí, fascinado, la diferencia entre el ceremonial francés y el que había conocido en Inglaterra e Irlanda. En el interior mismo de la iglesia, una mujer de chal negro y pañuelo en la cabeza alquilaba a los feligreses unas sillas de altos respaldos, estrechas e incómodas, que convertían en penitencia cualquier intento de arrodillarse y que raspaban ruidosamente el suelo de piedra a la hora de girarlas para oír el sermón. Después estaba la canasta llena de trocitos de pan que pasaba de mano en mano antes de la comunión, y aquella bolsa de seda negra fijada en el extremo de un palo que se acercaba a los fieles para que depositaran el diezmo; y, por último, el pomposo sacristán, con sombrero de tres picos y báculo dorado, que avanzaba con aire de autoridad, en contraste con el viejo rengo y de sencillo traje negro que ayudaba en la iglesia de Hampstead adonde nos llevaban a escuchar misa los domingos cuando estaba en la escuela.

     Por la tarde, solía vagar por la ciudad y me sentaba plácidamente en los cafés a escuchar el murmullo de aquella lengua extranjera que ya empezaba a entender, y disfrutaba los distintos olores y sabores, mejores que los que había conocido hasta entonces, y me repetía a mí mismo que todo aquello me encantaba, porque me sentía más en casa que en mi propio país o en Londres.

     En la escuela, en Hampstead, sólo había conocido la brutalidad de una horda de jovencitos alborotadores y groseros, un mundo violento y cruel que yo detestaba y que me detestaba a su vez, una jungla de la que parecía imposible escapar. Quizá fuera inusualmente sensible, algo de lo que no podía sentirme orgulloso, porque daba a los otros la oportunidad de abusar de mí; pero las cosas mejoraron cuando una profesora francesa, joven y atractiva, llegó a la escuela.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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