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Ficha técnica

Título: Cómo gobernar un país. Una guía antigua para políticos modernos | Autor: Cicerón | Edición bilingüe, seleccionada y comentarios: Philip Freeman | Traducción: David León Gómez | Editorial: Crítica | Colección: Ares y Mares | Presentación: Rústica con solapas | Formato: 14 x 21 cm. | Páginas: 128 | ISBN: 978-84-9892-588-3  | Precio: 16,90 euros | Ebook: 11,99 euros

Cómo gobernar un país

CRÍTICA

Cicerón es, para la mayoría de nosotros, una referencia del mundo clásico: un gran estadista romano, de lectura reservada hoy a los especialistas. Philip Freeman nos ha descubierto, sin embargo, su sorprendente modernidad, en este libro en que selecciona, reúne y comenta sus mejores textos sobre temas como el liderazgo, la corrupción, los impuestos, la guerra, la inmigración o la importancia del compromiso.

La traducción va acompañada además de los textos latinos originales, para que los que tengan alguna noción de la lengua puedan disfrutar de su extraordinaria calidad literaria, y de una serie de complementos que facilitan su comprensión. El resultado son unas páginas de lectura lúcida y refrescante en que, como dijo John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos: «Cambiad los nombres, y cada anécdota resulta aplicable a la actualidad».

[Comienzo del libro]

Marco Tulio Cicerón nació en el año 106 a. C., cuatrocientos después de que Roma hubiese instaurado la república tras expulsar a su último rey. Procedía del modesto municipio rural de Arpino, sito en las colinas que se extienden al sureste de Roma y cuna también de Gayo Mario, quien había escandalizado a la aristocracia del senado romano con sus programas populistas y la reorganización del ejército para convertirlo en una fuerza voluntaria sin requisito de propiedad. Apenas hacía pinitos nuestro hombre cuando Mario libró a Roma de la invasión de las tribus germánicas venidas de más allá de los Alpes y cimentó así su poder político.

Su padre, hombre de origen humilde según algunas fuentes, estaba resuelto a dar a Marco y a su hermano Quinto, menor que él, la mejor formación posible. Los dos estudiaron historia, filosofía y retórica en Roma con los mejores profesores del momento. Tras servir sin pena ni gloria en el ejército durante un período breve de su juventud, Marco cursó en Roma sus estudios de derecho. Una de las primeras causas que defendió en calidad de abogado fue la de un hombre llamado Roscio, al que acusaban injustamente de parricidio. El proceso lo enemistó con Sila, dictador de Roma a la sazón, y con su corrupto gobierno. Su actuación fue muy arrojada, y supuso la absolución del defendido; pero una vez acabado el juicio, nuestro hombre juzgó prudente ausentarse de la capital para proseguir su aprendizaje en Grecia y Rodas.

Muerto Sila y restaurada la república, Marco comenzó a ascender en el escalafón de la magistratura: de cuestor a pretor, y al fin, tras una campaña ardua, al cargo de cónsul, el más elevado de toda la república. Sin embargo, la Roma que gobernó durante el año de su mandato no era la misma que habían conocido sus ancestros: el pueblecito creado a orillas del Tíber había crecido hasta convertirse en un imperio que se extendía por todo el Mediterráneo.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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