Ficha técnica
Título: In audatia veritas. Reflexiones sobre la ópera, el arte y la política | Autor: Gerard Mortier | Traducción: José Miguel Parra | Editorial: Confluencias | Colección: Hispaniola | Formato: 15× 21 cm. Rústica | Páginas: 233 | ISBN: 978-84-943298-4-5 | Precio: 22,00 euros
Reflexiones sobre la ópera, el arte y la política
Gerard Mortier
Una y otra vez insistió Gerard Mortier en el papel del arte como revulsivo de conciencias y como motivo de cavilación política en tiempos de adversidad. En estos textos, que muestran la amplitud de sus intereses, se recogen sus inquietudes y pensamientos esenciales sobre diversos aspectos relacionados con la cultura. Abarcan desde la política hasta los detalles más sutiles de una partitura, sin olvidar la importancia de la arquitectura de los teatros, y, en suma, la interrelación de todas las artes en el culmen de su conjunto: la ópera. En sus charlas, conferencias y textos quiere transmitir, comunicar la pasión por el motor de su existencia, y para ello pone el acento sobre los aspectos que le motivan. Todo ello con vehemencia y sin temor a la controversia, con una vasta cultura siempre al servicio de su causa: la cultura.
El volumen, editado en Málaga por Confluencias, reúne sus escritos sobre el poder transformador del teatro, la vigencia de Mozart, la relación entre ópera y escenografía, sobre compositores como Verdi, al que consideró «un autor muy comprometido», además de sus opiniones sobre el festival de Bayreuth, cuya creación consideró «uno de los momentos más fascinantes de la historia de la música occidental».
«Toda mi vida, mi gran lucha ha sido con el público que asiste a la ópera sólo para divertirse», es una de las frases más definitorias del espíritu con el que dirigió algunos de los festivales y teatros más importantes de Europa.
Para Mortier, que gustaba recordar que para los griegos «el teatro es el lugar de reflexión sobre la sociedad», el teatro fue siempre, desde aquella antigüedad clásica, un «asunto político» o, como él mismo expresó: «Los problemas que no podemos solucionar con la política, los vamos a ver al teatro».
I
LA IDENTIDAD CULTURAL EUROPEA
1. Introducción
En 1949, poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, Juliette Gréco, que por entonces cantaba en el club Taboo, paseaba con su amante, Miles Davis, el famoso trompetista de jazz, a orillas del Sena en París. Gracias a la decisión de un general alemán, que se opuso a los deseos de Hitler de destruirla en su huida, París era la capital europea que mejor se había conservado. No sucedía lo mismo con Berlín, de modo que Marlene Dietrich no podía pasear con Ives Montand por los alrededores de la Puerta de Brandenburgo. Fue también el año en que Denis de Rougemont, famoso por su libro El amor y Occidente y asimismo creador de la Asociación Europea de Festivales de Música, escribía un desmoralizador informe sobre la destrucción de Berlín y la horrible situación de las mujeres y niños que allí vivían.
Son dos imágenes que hemos de tener presentes para comprender por qué se creó la Comunidad Europea. Después de haber sido durante dos mil años el continente más poderoso del mundo, Europa se hundió tras las dos devastadoras guerras mundiales del siglo xx. Y de ahí pasó a convertirse en el campo de batalla de la guerra fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica. El centro del poder fue transferido a Washington y Moscú. Como escribió el filósofo alemán Peter Sloterdijk en su libro Si Europa despierta, esto es algo que debemos recordar antes de criticar a las instituciones europeas. Estos organismos eran tan necesarios como muletas para nuestra convalecencia, después de que Europa se rompiera todos los huesos del cuerpo y, como escribió George Steiner en sus reflexiones sobre este continente, después de haber destruido gran parte de nuestra alma cultural con el exterminio de seis millones de judíos y gitanos.