
Ficha técnica
Título: Leer «Lolita» en Teherán | Autor: Azar Nafisi | Editorial: El Aleph | Colección: Pura literatura, 2 | Precio: 18 € | Páginas: 448 | Formato: 14 x 21,5 cm | Fecha de publicación: 23 de Octubre 2008 | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-7669-840-2
Leer «Lolita» en Teherán
Azar Nafisi
Una vez por semana y durante más de dos años Azar Nafisi, una profesora de literatura de la Universidad de Teherán expedientada por negarse a llevar el velo, reunió en su casa a siete de sus alumnas para leer y comentar algunas de las novelas occidentales prohibidas por el régimen de los ayatolás. Poco a poco, superada la timidez inicial, las jóvenes estudiantes empezaron a expresarse con libertad, no sólo sobre las novelas de Jane Austen, Henry James, F. Scott Fitzgerald y Nabokov sino sobre símismas, sus sueñosy frustraciones. En aquellos libros habían encontrado una alternativa valiente a la tiranía ideológicaa la que estaban sometidas y la adoptaron como un desafío.
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En el otoño de 1995, tras dimitir de mi último puesto académico, decidí darme un capricho y cumplir un sueño. Seleccioné a siete de mis mejores y más entregadas alumnas y les invité a acudir a mi casa los jueves por la mañana para hablar de literatura. Todas eran mujeres, ya que dar una clase mixta en mi domicilio particular era demasiado arriesgado, aunque nos dedicáramos a hablar de inofensivas obras de ficción. Un varón muy cabezota al que había excluido de nuestra clase insistió en sus derechos. Se llamaba Nima, y quedamos en que leería el material asignado y vendría a casa en días especiales para hablar sobre los libros que estábamos leyendo.
A menudo les recordaba en broma a mis alumnas The Prime of Miss Jane Brodie, de Muriel Spark, y les preguntaba: «¿Quién de vosotras me traicionará?». Porque soy pesimista por naturaleza y estaba segura de que al menos una se volvería contra mí. En cierta ocasión Nassrin respondió con malicia: «Tú misma nos dijiste que al final somos nuestros propios traidores, los Judas de nuestro propio Cristo». Manna señaló que yo no era la señorita Brodie y que ellas… bueno, ellas eran lo que eran. Me hizo recordar una advertencia que yo acostumbraba a hacer: «Nunca, en ninguna circunstancia, menospreciéis una obra de ficción tratando de convertirla en un calco de la vida real; lo que buscamos en la ficción no es la realidad, sino la manifestación de la verdad». Aunque supongo que si tuviera que contravenir mi propia recomendación y elegir una obra de ficción que sintonizara más con nuestra vida en la República Islámica de Irán, no elegiría The Prime of Miss Jane Brodie, ni siquiera 1984, sino Invitado a una decapitación de Nabokov o, mejor aún, Lolita.
La última noche que pasé en Teherán, un par de años después de comenzar con los seminarios de los jueves, unos pocos amigos y alumnos vinieron a casa para despedirse y ayudarme a hacer el equipaje. Cuando terminamos de vaciar la vivienda, cuando los objetos se esfumaron y los colores hubieron desaparecido en ocho maletas grises, como genios errantes que se desintegraran en sus respectivas botellas, mis alumnas y yo nos pusimos contra la pared blanca y desnuda del comedor y nos hicimos dos fotografías.