
Ficha técnica
Título: El maestro del juicio final | Autor: Leo Perutz | Traducción: Jordi Ibáñez | Editorial: Libros del Asteroide | Páginas: 226 | Formato: 12,5 x 20 cm | ISBN: 9788417007010 | Fecha: marzo 2017 | Precio: 17,95 euros | E-book: 10,99 €
El maestro del juicio final
Leo Perutz
Viena, 1909. El célebre actor Eugen Bischoff aparece muerto en extrañas circunstancias. A pesar de que parece un suicidio, todas las sospechas se centran en el barón Von Yosch, oficial del ejército y antiguo amante de la mujer del difunto. Al verse repentinamente involucrado en el caso, el barón Von Yosch deberá emprender una investigación para poder demostrar su inocencia. Sus pesquisas le llevarán a investigar otras extrañas muertes acaecidas en las mismas fechas y a descubrir el extraño motivo que las relaciona: un misterioso asesino que parece, en realidad, un espectro surgido en tiempos inmemoriales, un «terrible enemigo» que está latente en cada uno de nosotros y siempre dispuesto a despertar de su letargo.
Leo Perutz, uno de los grandes narradores del siglo xx, firmó con El maestro del juicio final una apasionante novela, a medio camino entre el relato policiaco y la literatura fantástica, que acabaría dándole fama internacional y lo convertiría en un autor admirado por escritores como Graham Greene, Ian Fleming o Jorge Luis Borges.
«Una novela de intriga genial.» Theodor W. Adorno
«Un estilo narrativo sobrio, exacto, que desplaza a los folletines y tiene un gran mérito del que puede vanagloriarse con razón.» Robert Musil
«Una suerte de Kafka aventurero.» Jorge Luis Borges
«Un autor sensible, generoso con el lector, bendito con la gracia y la inocencia pero con sentido trágico de la existencia.» Ignacio Vidal-Folch
«El maestro del juicio final, que ha sido con frecuencia calificada de su obra maestra, es sin duda una novela excepcional y una muestra ejemplar de la narrativa de Perutz.» Ramón Sánchez Lizarralde (Revista de Letras)
1. Un prólogo en lugar de un epílogo
Mi trabajo ha terminado. He puesto por escrito los sucesos del otoño de 1909, aquella trágica sucesión de acontecimientos en los que me vi envuelto de manera tan extraña. He escrito toda la verdad. No he pasado por alto nada, ni he omitido nada. -¿Acaso había alguna razón para hacerlo? No tenía por qué ocultar nada-. Durante el trabajo de redacción, descubrí que en mi memoria habían quedado retenidos un sinfín de detalles, muchos de los cuales carecían de la menor importancia: charlas, ocurrencias insignificantes, los pequeños acontecimientos de cada día… Me di cuenta, sin embargo, de que me había formado una idea completamente falsa del lapso de tiempo en el que todo había sucedido. Aún ahora, cuando pienso en ello, tengo la impresión de que los hechos tuvieron lugar a lo largo de varias semanas, lo cual es totalmente erróneo. Sé muy bien la fecha del día en que el doctor Gorski vino a recogerme a casa para que fuéramos a tocar un cuarteto en la villa de los Bischoff: era el 26 de septiembre de 1909, un domingo. Todavía recuerdo, como si los tuviera ante mis ojos, los detalles y acontecimientos de aquel día. El correo de la mañana me había traído una carta de Noruega, y mientras intentaba descifrar el matasellos pensé en aquella joven estudiante con la que tuve el placer de compartir mi mesa durante la travesía del fiordo de Stavanger. De hecho, ella misma había prometido escribirme. Abrí la carta, pero solo contenía el prospecto publicitario de un hotel junto al glaciar de Hardanger especializado en deportes de invierno.