Víctor Gómez Pin
"Los símbolos del capital se derrumban. La General Motors pierde un veinte y dos por ciento en bolsa. Los bancos desconfían de sí mismos. Los economistas no aciertan en sus diagnósticos. Los gobiernos no aciertan en sus medidas. Los bancos centrales mandan riadas de dinero a la alcantarilla. Y los Estados Unidos, la meca del capitalismo, pierde fe en la iniciativa privada y nacionaliza parte de las entidades financieras"
¿Frases escritas por algún anacrónico izquierdista, que estaría intentando convencernos de la inevitabilidad de una revuelta popular? En absoluto. Quien tal cosa escribe en un diario barcelonés es un conocido comentarista, prudente y sensato donde los haya, aunque, eso sí, acompaña su descripción con un significativo "Carlos Marx se debe estar frotando los huesos de sus manos". No sin cierta sorna el comentarista presenta a una colección de banqueros agarrándose como "último salvavidas"…al Estado, de cuyo comportamiento realiza esta sabrosa distinción: "El Estado es la esperanza última de los desheredados del parquet, de los pobres del bombín que no encuentran la limosna de un euro. Las peticiones se agolpan a sus puertas como una manifestación incontrolada, en una nueva petición de auxilio. Es el Estado quien se empieza a hacer cargo de bancos en países anglosajones; quien debe promover la garantía de los depósitos, quien debe llevar el agujero de la liquidez; quien debe controlar que miles de millones lleguen a familias y empresas; el intendente que lleva comida al ejército de parados; el recurso de las empresas privadas que piden el mismo dinero que los bancos; el auxilio deseado de las familias atrapadas en el túnel sin salida del Euribor; y a última hora, el psicólogo de los nuevos enfermos mentales de la crisis, que abarrotan las consultas de psiquiatría."
Al día siguiente de la aparición de este comentario, es decir el domingo 12 de octubre, se reunían los mandatarios de la zona Euro a fin de disponer una estrategia conjunta… "para salvar la banca", según titular de un importante periódico. Inmediatamente, responsables de todos los países afectados multiplican las declaraciones en el sentido de que el dinero que se le daría a los banqueros es en realidad un préstamo que tendrá beneficios para el Estado y por consiguiente para los ciudadanos y tutti contenti… Seguiré mañana con estas cuestiones digamos de actualidad, reflexionando sobre el curioso destino de los desahuciados "del bombín".