Víctor Gómez Pin
Cómo garantizar que no hay influencia clásica.
Empecemos por refrescar algunos extremos ya avanzados:
Sean dos acontecimientos espacio temporales A, B. Si el intervalo temporal que va de la aparición de A a la aparición de B no es suficiente para que la luz cubra la distancia entre ambos, diremos que estos acontecimientos se hallan espacialmente separados. Así, si A ocurre a la hora cero y B un segundo más tarde y a 600000 kilómetros, un mensaje enviado por A, incluso a la velocidad de la luz, no llegaría a tiempo de determinar en modo alguno el acontecimiento B.
Si el intervalo que va de la aparición de A a la aparición de B permite que una partícula que se mueve a velocidad inferior a la de la luz cubra la distancia espacial que les separa, diremos que los acontecimientos A y B se hallan temporalmente separados. Así, si A acontece a la hora cero y B un segundo más tarde a 150000 kilómetros, un electrón acelerado hasta el cincuenta por ciento de la velocidad de la luz llegaría justo a tiempo de determinar de alguna manera las características de B.
En fin, si en el intervalo temporal que va del acontecimiento A al acontecimiento B, la luz, y sólo la luz, cubriría exactamente la distancia espacial entre ambos, diremos que A y B se hallan separados por la luz. Así, si A acontece a la hora cero y B un segundo más tarde a 300000 kilómetros, un fotón enviado desde A a B llegaría justo a tiempo de determinar de alguna manera las características de B.
El problema se plantea con los acontecimientos espacialmente separados. Consideremos el caso de una distancia de 600000 kilómetros. Supongamos que tenemos razones de sospechar que el acontecer de A (por ejemplo el hecho de medir la polarización de un fotón) tiene un efecto sobre las características de B. Para explicar esta influencia no cabe recurrir a la hipótesis de que desde A se ha enviado una partícula, por ejemplo contenedora de un mensaje encubierto, dado que incluso un fotón (partícula por así decirlo nacida a la velocidad de la luz) llegaría demasiado tarde.
Distancia espacial grande e intervalo temporal reducido hasta prácticamente la simultaneidad: tal es la garantía de que entre un lado y el otro no hay influencia posible. Ahora bien, la física cuántica tiene algo más que sospechas para considerar que, en determinadas circunstancias, esta influencia se ejerce: por un lado tal influencia es concordante con sus propias previsiones; por otro lado la constata experimentalmente. Mas, ¿cómo explicar el asunto? ¿como dar cuenta de este sorprendente lazo entre partículas que la distancia espacial debería proteger de toda influencia mutua?
Una hipótesis sería la siguiente: A no ha influido en B mediante una partícula conocida que sólo puede desplazarse a velocidad igual o inferior a la luz, sino mediante una partícula que se trasladaría a velocidad superior a la de la luz y que respondiendo al significado de la palabra griega tachus, recibiría el nombre de tachyon.