Vicente Verdú
Creemos fotografiar al objeto mediante la cámara pero ¿cómo no recelar de que haya sido el objeto quien decidió someternos a su aparición? No para humillarnos precisamente sino nada menos que para seducirnos. O, exactamente: fotografiamos ese objeto en cuanto su imagen nos seduce, lo registramos en el móvil en cuanto que nos interesa. Pero ¿en qué le interesamos a él? En toda relación de amor subyace una relación de poder que siempre se reparte desigualmente. En toda relación del sujeto con el objeto late una relación de poder en la que siempre saldrá indemne el objeto y herido o muerto el que lo amó.