Vicente Verdú
El "enfoque" es primordial en la fotografía pero también en casi todos los asuntos de la vida. El punto de vista define el objeto antes que el objeto el objetivo y el punto de vista. Los proyectos mal enfocados llevan al fracaso pero también los conflictos mal vistos impiden su "resolución".
Pasa así con los problemas de la enseñanza española, a la cola del mundo. Pasa así desde sus contenidos a sus métodos, desde la alta abstención de los chicos y profesores a la indisciplina dentro del aula. El punto de vista que cree acertar estos días proponiendo aumentar las penas a los alumnos o padres que agredan a profesores elevados a la condición de autoridades públicas es un ejemplo rey tanto del mal enfoque como de la mala vista. O, exactamente, un caso ejemplar de mentes planas allanadas por un demediado punto de vista.
Tengo un primo que al querer aludir a la tolerancia circunstancial de alguien dice que ese tipo hace "la vista sorda". Mi primo lo dice mal pero la aportación del dicho se multiplica por dos. La vista sorda procede tanto de un defecto de visión como de una pobre audición y así viene a ser el triste caso de los que propugnan resolver el caos de las aulas doblando los castigos. Estos políticos, a lo que se ve, no ponen oído al reciente informe Talis (septiembre 2009) donde los docentes españoles aparecen, en sus confesiones al encuestador, como los que en toda la OCDE peor ambiente perciben en sus clases. El ambiente es tan enrarecido, según manifiestan, que ellos -los profesores- enferman de ansiedad, depresión, grastoenteritis. etcétera en grandes proporciones, pero prácticamente lo mismo les ocurre a sus alumnos.
En el informe del Defensor del Pueblo español de 2007 cerca del 20% de los alumnos declaraba haber presenciado insultos, burlas o enfrentamientos verbales de sus condiscípulos con los maestros y hasta un 43% testimoniaban que otro tanto solían ver hacer a los profesores con sus pupilos. Primera deducción que salta fácilmente a la vista: no se quieren. Los alumnos desprecian al profesor y el profesor a los alumnos. Los chicos, como en otros ámbitos, no ven en el profesor una autoridad incuestionable puesto que toda autoridad que se les ponga delante queda descalificada como a los "chulos policías" o a los "carrozas de los padres" a quienes das-autorizan por lo poco que saben de los asuntos que ellos aprecian. Más todavía: así como los guardias les aguan las fiestas con botellón o los padres controlan sus salidas nocturnas, los profesores les aburren soberanamente. y ¿cómo apreciar a alguien que te da la barrila diariamente y al que tienes que soportar preceptivamente?
Ningún enfoque, en fin, sobre la pérdida de dignidad, vocación o competencia actualizada del profesorado ni tampoco ningún atinado enfoque sobre el por qué de esa falta de esfuerzo, disciplina y vocación del alumnado. Ni alumnos ni profesores aisladamente son las causas del malestar, el malestar procede para unos y otros de su incomunicación y la tortura de tener que bajo el mismo techo. Ni los profesores entienden los intereses e ilusiones de los chicos ni tampoco al revés. Los profesores les dictan unos textos, les ponen unos deberes y les imparten unas clases tan obsoletas como irritantes ¿Cómo esperar que no les peguen? Incluso los chicos obedientes de hace medio siglo arremeterían sin remedio ante docentes que se comportaran con tal desprecio de la realidad juvenil sea por falta de vista debido a la edad o por falta de tiempo y dinero para ajustar su visión.
¿Instrumentos nuevos? ¿Pantallas digitales? ¿Ordenadores? Cualquier introducción de esos modernos artefactos en las aulas deberá corresponderse obviamente con un cambio en la mentalidad, los programas, los procedimientos y las relaciones. De otro modo será La Celestina en e-book pero la Celestina siempre la que aumentará el odio de las generaciones por venir y la batalla campal dentro y fuera del colegio. .
(CONTINUARÁ)