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El miedo al tiempo

Por 5 de enero de 2015 Sin comentarios

Vicente Verdú

Nos interesa sobre todo el tiempo puesto que mediante él morimos.  Morimos con él y en medio de él, bebiéndolo y evacuándolo. Nos hallamos en realidad tan inmersos en su seno que no es extraño que tanto el nacimiento como la muerte se comuniquen subterráneamente, subcarnalmente, en el subsuelo orgánico o no. Pero a la vez, tanto al despertar a la vida como al desfilar sobre ella se detecta al tiempo como  un viento inmóvil, una envolvente espacial. Por ello  ¿qué decir siguiendo este encadenamiento del carácter del espacio? El espacio es tan misterioso como el tiempo. No importa que el primero se vea y el segundo no desde  los mismos postulados.  El tiempo se nos ve en la figura,  lo constatamos en las épocas, lo palpamos en los modos y las modas que se suceden.  El espacio, sin embargo, tiende a parecer más estable escénicamente  y, sin embargo, muta también de una historia a otra, dentro de la historia, con el viento y el aire de la gran historia. Ni uno existe sin el otro ni el otro existe sin su par. Porque así como nos es evidente que el tiempo se mide espacialmente en el reloj, el espacio se mide constantemente con el paso del tiempo. Nuestra estancia en este mundo es tan incomprensible (nuestro ser y no ser son tan ininteligibles) que requiere construcciones complejas (tiempos y espacios) para crear narraciones que suplan su identidad. Suplan su identidad y  la nuestra puesto que si nada se detiene tampoco nada se mantiene idéntico. O bien, si  nada se entiende a todo ponemos gran atención: la atención al paso del tiempo cuyo murmullo mental nos atemoriza.

Y no hay necesidad de recurrir a las trascendencias.  Basta el visor digital del microondas encastrado en la cocina para sentir con pavor la fatídica consunción de segundos y minutos que pasan en breves intervalos. Y eso ocurre, efectivamente, mientras el microondas se mueve en el espacio y lo hace girar.  De ese pequeño carrusel doméstico se deduce la conciencia   de otros carruseles de mayor escala hasta alcanzar, en su delirio universal, la gigante rotación  de todos los astros, de todas las vidas humanas o no y, claro está, de todos los tiempos enclavados en ellas.  

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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