Sergio Ramírez
A la luz de los reflectores que lo siguen con su luz blanca, el mago va a hasta los curules de la oposición, toma de las orejas a los conejos vociferantes e intransigentes, algunos de ellos verdaderamente rabiosos, regresa al escenario, los introduce dentro de la chistera, y cuando vuelve a meter la mano lo que saca son conejos risueños y complacientes, dóciles a más no poder, tanto que en lugar de conejos podríamos hablar más de bien de palomas. Pero dejémoslos mejor en su naturaleza de conejos, que son los que mejor se prestan a los experimentos científicos.
Porque aunque se trata aparentemente de un acto de magia, ya sabemos que los magos dependen de la ciencia con que manejan sus trucos, y las conversiones políticas de esta naturaleza siempre tienen trasfondos, resortes, palancas, y recovecos. ¿Cómo personas de cerrada reputación de derecha, que juraban hasta hace poco enemistad eterna al sandinismo en el poder, que fueron dirigentes de la contrarrevolución en los años ochenta, confiscados unos, exiliados otros, hoy se muestran convencidos de que el comandante Ortega, desde su estatura de líder preclaro, es el faro que ilumina con sus rayos potentes el destino de la nación?
Para alivianar el misterio, quizás sea mejor recurrir a la sabiduría siempre presente de don Quijote, que en su célebre discurso sobre las Armas y las Letras declara: "los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir en una estera, en reposar en holandas y damascos…". ¿De dónde tela, si no hay araña? Preguntaría algún chusco.
Y allí estaría el buen Sancho Panza para responderle: "que no falte ungüento para untar a todos…porque si no están untados gruñen más que carretas de bueyes".