Ficha técnica
Título: El galerista. Leo Castelli y su círculo | Autor: Annie Cohen-Solal | Traducción: María Álvarez Rilla y P. Sauras | Editorial: Turner | Colección: Noema | Género: Memorias | ISBN: 978-84-7506-507-6| Páginas: 628 | Formato: 14 x 22 cm.| Encuadernación:Rústica con solapas | PVP: 29,90 € | Publicación: 1 de diciembre de 2011
El galerista
Annie Cohen-Solal
Leo Castelli fue hasta los cincuenta años lo que en Estados Unidos se considera un europeo típico: diletante, más aficionado a la vida social que al trabajo, mujeriego y vividor. Pero entonces abrió su local en Nueva York, y se convirtió en El galerista: el hombre que dio entidad y cuerpo al pop-art, que descubrió a Jasper Johns, a Lichtenstein, a Rauschenberg o a Warhol. El anfitrión de las fiestas clave, el marchante de los artistas que contaban… un europeo que reinó durante varias décadas en Nueva York, y que desde allí reconquistó Europa con toda una red de galerías satélite.
Annie Cohen-Solal llegó a Nueva York a finales de la década de 1980, a tiempo de caer fascinada por el hechizo de este hombre enigmático, con el que sostuvo largas charlas, complementadas con los testimonios de sus familiares, esposas y ex, hijos, artistas, colaboradores, amigos y adversarios. De todo ello emerge un retrato fascinante, el relato de unos años mágicos en la Gran Manzana y una obra imprescindible para los lectores interesados en el arte contemporáneo y en el mercado que lo rodea.
«La autora se recrea en la personalidad del hombre: culto, indudablemente, pero sobre todo pleno de habilidades sociales y económicas extraordinarias […] Castelli representa por primera vez al galerista que alcanza un monopolio artístico […] actuando sobre la vida particular y el comportamiento de los artistas […] Apasionante vida, muy bien narrada e ilustrada con abundante y muy significativo material gráfico.» Fernando Checa.–Revista de Libros.
XXII
LA ‘BIENAL DE LOS BEATLES’
El asunto parecía bastante espontáneo y violento, todo lo contrario de la idea que ya se estaba difundiendo: decían que era una especie de apaño, que había habido presiones; decían de todo […] Nada más lejos de la verdad, pienso, porque la exposición norteamericana se montó con mucha inocencia.
Robert RauschenbergTodo es política. Ganar unas elecciones no es nada sencillo, como sabes. Pues bien, en los premios de la Bienal se dan los mismos tejemanejes, maniobras y corrientes subterráneas, y rigen las mismas leyes que en un proceso electoral.
Leo CastelliOdio el politiqueo que hay allí, pero creo que si entramos en el juego tiene que ser para ganar.
Ileana SonnabendA todo esto teníamos que lidiar con algunos asuntos muy desagradables: que si las obras expuestas en el consulado no estaban calificadas para competir, que si había que cambiar las exposiciones […] No puedo describir el calvario que, por esto o por lo otro, sufrí con los artistas. Así que ahora odio a todos los artistas y marchantes.
Alan SolomonEn realidad, el contenido de la Bienal se circunscribía al eje Roma-Nueva York, situado entre los polos opuestos del neogeometrismo y el folclore moderno.
Pierre Restany
La edición XXXII de la Bienal de Venecia, acontecimiento determinante para la penetración en Europa del arte estadounidense, ha sido objeto de múltiples crónicas y análisis. No obstante, aún no se han dilucidado del todo las condiciones en las que Robert Rauschenberg obtuvo el Gran Premio, ni existe ninguna descripción completa de los hechos.6 Esto se debe principalmente a que las ambiciones e intereses antagónicos de los numerosos participantes en la Bienal no hicieron sino enmarañar las cosas: averiguar sus motivaciones y estrategias no es tarea sencilla. Para comprender aquel acontecimiento y su importancia debemos empezar por desbrozar el sinfín de comentarios y crónicas que ha suscitado, como si quitáramos una capa tras otra de barniz viejo, hasta obtener el relato esencial de lo ocurrido. La frase «La Bienal de los Beatles», con la que el periódico Il Gazzettino di Venezia tituló uno de sus reportajes sobre la exposición internacional, indica cómo, en el mes de junio de 1964, una nueva generación parecía recoger la antorcha en el mundo del arte.