Ficha técnica
Título: Bolaño traducido: nueva literatura mundial | Autor: Wilfrido H. Corral | Editorial: Ediciones Escalera| Colección: Icono Sur Nº: 4 | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-939489-1-7| Páginas: 328 | Formato: 15 x 21 cm.| Encuadernación: Rústica con solapas | PVP: 18,00 € | Publicación: Noviembre de 2011
Bolaño traducido: nueva literatura mundial
Wilfrido H. Corral
En Bolaño traducido se consubstancian El Maestro chileno, la crema de la crema (alguna cortada) de la interpretación y práctica de la «nueva» literatura mundial, influencias relegadas, la comercialización editorial, el papel de traductores y bestsellers, sentencias de varios nuevos narradores iberoamericanos y lectores y críticos obtusos, las nuevas tecnologías, Ciudad Juárez, detalles personales, y en particular el insólito y desconocido mundillo de las reseñas anglosajonas de cada libro traducido del apóstata que se hizo querer de todos.
Con Casanova, Benjamin, Kermode, novelistas mundiales como Borges, Vargas Llosa y John Banville, más Patti Smith y alguna estrella interpretativa, Corral se involucra tan exhaustivamente con su materia y sus avatares iberoamericanos que clasificar y juzgar ceden a una franqueza analítica y a un deslumbrante apego a las majestuosas obras de Bolaño. Así precisa los ángulos, distancia, tiempo y espacio necesarios para al fin tener una visión justa y necesaria del mítico autor de 2666 y Entre paréntesis, cuya historia vital no se ha contado.
Pancracio Montesol
INTRODUCCIÓN:
EL CHILENO QUE SE HIZO QUERER DEL MUNDO
En menos de una década de un cambio de siglo agitado, un gran novelista latinoamericano se convierte póstumamente en protagonista mayor de la «nueva literatura mundial». Esta no es la misma en que creían nuestros abuelos o padres académicos, sino la que reconstruye modelos de identidad y patrones novelísticos sin límites, desde una exterioridad nebulosa, liberada de dependencias políticas y nacionales. Sin embargo, está bien y contradictoriamente definida por la traducción al inglés de autores cuyos orígenes (digamos Salman Rushdie, Jhumpa Lahiri, Junot Díaz) siguen menos dispersos en los mundos originarios que les sirvieron para construir metáforas insólitas. No hay que ser adivino para enterarse de que esa nueva literatura mundial es la del chileno Roberto Bolaño. Su ascenso e influencia siguen tan acelerados que se ha llegado a creer que su inmersión en esa dinámica literaria global se debe a vender su imagen por medio de una mercadotecnia anglosajona; y ver así las cosas es obviamente disminuir su valor como autor reconocido mucho antes y ampliamente en el mundo hispanohablante. La realidad es que muchos iberoamericanos comenzamos a leerlo en los noventa (véase Juan Forn), y no volvemos siempre a un libro suyo sino a varios. Por eso vale considerar algunos hechos: no se trata de un narrador obsesionado por sacarle ventaja a los males de varios continentes, o cuya prosa contiene sólo desafíos sintácticos, cultura popular, dificultades léxicas u obstáculos semánticos, sino de uno que tiene y expresa mucho de algo muy nuestro y mundial, que trasciende el momento real que compartimos.
Bolaño parece demasiado bueno para ser verdad, y la historia vital que se conoce de él no desmiente esta suposición: a) surgió de una clase trabajadora, que provee credenciales «hispánicas» para el exterior, b) hostigado y tal vez disléxico, abandonó el colegio como los outsiders que pululan en su prosa, c) favorecía a Allende (Salvador) desde México, hasta cierto punto, d) era un bohemio vagabundo, que se «corrigió» por la familia que tenía que mantener, e) otrora trotskista, despreciaba ciertos radicalismos, f) murió de hepatitis, y se refutó el rumor que tomaba drogas, g) en 2010 la compositora, poeta, artista visual y protomadrina del punk, Patti Smith, escribió la canción «Black Leaves» en su honor, y h) es un genio que escribió novelas de entre seiscientas y mil páginas, con cientos de temas. Con estas condiciones irrumpe el perfecto novelista latinoamericano, que mantiene el tipo de atención mundial que los autores del boom, casi juntos, no acumularon en su momento. A Bolaño -cuyo legado parece condenar a los críticos a encontrarle el párrafo más escandaloso, pensar en lo fácil que es citarlo, o señalarle su envidiable falta de glamour (según Forn, la España de los ochenta no alcanzó al sudaca que era entonces)- le hubiera parecido irónico que el capital cultural que pudo considerar hacia el final de su vida se establece en un escenario literario mundial.