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Mentes sospechosas

Por 10 de enero de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Con Elvis Presley me hice mayor, o eso creí entonces. Estrené tocadiscos con un doble de Grandes éxitos, cuando los elepés se escuchaban despacio, canción tras canción. Variábamos nuestras filias, y había meses en que lo dábamos todo por unos zapatos de gamuza azul y otros en que nos agitábamos presas de la sincopada Fever. En la salita del piano, con mis hermanos, puntuábamos los temas y siempre ganaba Suspicious minds, uno de los hits que me sigue acompañando cuando quiero mejorar el humor o subir el ritmo, que viene a ser lo mismo. Elvis te metía algo en el cuerpo: un nervio, un coraje, un cuento de Dickens.
Su madre se parecía a algunas mujeres de nuestro pueblo, fondona y natural, incapaz de sofisticarse aunque su hijo fuera el Rey. Luchó con agallas para que la pobreza no los despojara de su dignidad, no soportaba que su pequeño pudiera llegar a ser un hillbilly, el gentilicio que designa a los habitantes de las áreas rurales más remotas y atrasadas. Gracias a sus películas (más de treinta) viajábamos por todo el mundo, de forma muy especial a Hawai, donde ambientábamos todos los sueños que pueden enredarnos a los catorce años. Pero sobre todo conseguía que sintiéramos la música como algo que formaba parte de nosotros. Un chico pobre que había logrado alcanzar la cima moviendo la pelvis -y rodillas- como nadie: ¡claro que todo era posible! Ayer Elvis, de estar vivo, hubiera cumplido ochenta años. Su muerte nos partió una tarde larga de agosto, en la que revisábamos nuestra colección de sellos. Fue la primera muerte lejana que sentimos como de la familia, sobre todo porque no podíamos concebir que fuera mortal. Hoy sus descendientes y representantes mercadean con su legado, vendiendo los jets privados con baños de oro y alcobas de cinco estrellas que adquirió sólo dos años antes de morir. “La primera vez que oí la voz de Elvis supe que jamás podría trabajar para alguien, que nadie iba a ser mi jefe. Oírlo por primera vez fue como huir de la cárcel”. La declaración es de Bob Dylan. Lennon y McCartney, Springsteen o Nick Cave también se crecieron con su voz. Injustamente condenado en el imaginario colectivo por sus excesos, sus monos con pedrería y sus hinchazones narcóticas, no hubo nadie más valiente que él para hacer rock and roll.
En los penales españoles debería escucharse El rock de la cárcel, ahora que están más pobladas que nunca de vips, acrónimo cada vez más desprestigiado y hortera, como la capa de Elvis. Recuerdo con auténtico estupor la boda de Rocío Jurado y Ortega Cano, a la que, por caprichos azarosos, asistí. Y fui testigo de aquel “estamos tan a gustito”, un desafinado ebrio que se convirtió en desliz premonitorio. El torero ha salido de permiso y el cambio ha sido impresionante: Más sereno, saludable y delgado. Ninguna cirugía estética hubiera obrado tal hazaña. “Hay mucho tiempo para pensar y madurar el futuro de mi vida y mentalmente me encuentro muy bien. La verdad es que no hay mal que por bien no venga”. ¿Poco tiempo para pensar? Un mal muy español.
Exilio ‘vintage’ / Russian Red
Hoy la cantante Russian Red se despide de España, rumbo a Los Ángeles donde se traslada de forma definitiva -ay, cómo si algo pudiera ser definitivo a los treinta años-. Lourdes Hernández es una de las voces más personales del pop español. En una ocasión, le hicimos un cuestionario en Marie Claire, y le preguntamos si era de derechas de izquierdas, a lo que respondió, con la boca pequeña, que más bien de derechas. Y claro, se armó la grande, como si alguien llamado Russian Red tuviera que justificar su nombre cuando pocas veces el significante guarda relación con el significado. Hoy pone a la venta gran parte de su armario: “Vestidos usados por todo el mundo”, dice, fiel a su espíritu indie, ahora que lo vintage tiene los días contados.
Icono ‘fashion’ / Joan Didion

Ha escrito libros sobrecogedores, como El año del pensamiento mágico -sobre la muerte inesperada de su marido seguida de su hija-, películas escalofriantes, como Pánico en Needle Park, y centenares de artículos en prensa, de Vogue a The New York Times, pasando por Life, Esquire o The New York Review of Books. Ahora, a sus 80 años, Joan Didion se convierte, de la mano de Phoebe Philo y Juergen Teller, en icono fashion, desplazando a la top Daria Werbowy como imagen de la firma francesa Céline. Gafas de sol y colgante XXL, negro riguroso, su característica media melena plateada, y el allure de quien ha estado siempre por encima de las circunstancias. ¡Cuántas jóvenes escritoras le deben su estilo a Joan Didion!
El antihéroe / Michael Keaton

Me cuentan que en Hollywood hay una regla de oro no escrita -se lo contó al crítico Andrés Rubin de Celis el actor Rod Steiger- que garantiza el total respeto de la profesión al intérprete que, por muchas vueltas que dé en la montaña rusa de la fama, la taquilla y la cirugía, logra completar tres décadas “en el candelero”. Michael Keaton, que estrena la aplaudida Birdman (encarna a una estrella en declive), va por la cuarta. Y en plena forma: ni las candidaturas a los Globos de Oro y las quinielas de los Oscar han nublado una lucidez que le alejó, incluso cuando el teléfono no sonaba, de malos guiones y cintas de serie B. “El mundo es hoy un gran mall”, ha declarado, más antihéroe que nunca, también más sabio.
(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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