Skip to main content
Blogs de autor

La gran resaca

Por 28 de mayo de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Han transcurrido ya más de sesenta días regados con alcohol sin culpa. Una bruma se instaló en las nucas confinadas que salían a tomar el vermut al balcón o agendaban citas virtuales para seguir abriendo cervezas y echando una rodaja de pepino al gin-tonic. Cuando algunos iban a reciclar, observaban la bolsa de botellas vacías con un gesto que basculaba de la autoafirmación a la vergüenza. Nunca se había disparado tanto el consumo de vino, cerveza, ginebra o whisky como en este robado mes de abril; qué hacer si no cuando se prolonga una existencia desprovista de sentido y las horas se ensucian las unas a las otras, sin color ni dueño. Beber contra el aburrimiento -del latín: ab ( sin), y horrere (asustarse)- fue desde siempre una religión que abre sus gigantescas puertas abiertas para traspasar la senda que va de la sobriedad a la ebriedad. Los lingotazos se asocian aún a rebeldía aunque sean parches de autodestrucción. Estos dos meses, los más bebedores han llegado a utilizar como excusa su hipotética capacidad para matar al virus aconsejando gárgaras con aguardiente.
 

Cuentan que Alejandro Lerroux, tras la fracasada revolución de 1934, comía con sus compadres en un restaurante barcelonés y quiso regar los postres con dos botellas de Cordon Rouge, su champán preferido. Fue entonces cuando un colega le preguntó qué les diría a los obreros barceloneses que ­pudieran verle en ese instante. "Pues les ­diría que estoy probando el vino que beberá el proletariado del porvenir". Y se jactó de que cuando lo probaran, dejarían de ser obreros. No fue así: tuvieron que contentarse du­rante décadas con el espumoso de los aguinaldos.

Bebemos para celebrar, pero también para huir e incluso a modo de pequeño premio con el que aliviar la lata que dan los bufones del odio con sus cacerolas oxidadas y los falsos periodistas con sus falsas noticias. No es extraño que hoy se llenen las calles de corredores que escapan, avanzando contra sí ­mismos, sacrificando su sed, sin tiempo para sudar. Por fin liberan las toxinas tras sus encierros bañados en alcohol y los días de resaca permanente a fin de poder olvidar mejor la jornada anterior. Pero la resaca, si se aprovecha, proporciona una fantasía de resurrección que, más allá del sentimiento de desprecio por uno mismo y del terror ante el futuro, nos empuja a encontrar un punto medio entre la nostalgia y la utopía. Frida Kahlo lo resumió con humor: "Quise ahogar las penas en alcohol, pero las condenadas aprendieron a nadar". Bien lo saben los ­maratonianos, capaces de llegar a la meta aunque sea a gatas.

profile avatar

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

Obras asociadas
Close Menu