Jesús Ferrero
Proust es un Balzac ordenado y con una idea clara de lo que quiere contar.
Su estructura narrativa es tan derivativa como la de Balzac, que en cualquiera de sus novelas mezcla la psicología, con la filosofía, con el relato social, con las especulaciones de toda suerte y condición. Ese proceder, desordenado y fragmentado y desplegado a la velocidad de la luz, constituyó el “estilo Balzac”. Proust en cambio convirtió todo lo que en Balzac aparece derramado y desperdigado en un cosmos unitario y en cierto modo piramidal.
Durante un largo periodo de la narración, el pueblo solo hace de comparsa en el tejido social de Proust, a veces de comparsa musical, como aquella vez que nos cuenta las diferentes melodías que emplean los vendedores callejeros para publicitar sus productos. Un momento bastante memorable, por cierto, y del todo naturalista. Un momento Balzac.
En el último libro de La Recherche hay un giro fundamental que ya estaba previsto (cuando la pirámide social se resquebraja y el narrador dicta su juicio final), y es que Proust fue concibiendo un plan general muy bien trazado, que abarcaba el tiempo de su generación en su totalidad, y tenía tan clara la dirección de su relato que el primer libro que escribió de la serie sobre el tiempo perdido fue el último. Sabía a dónde quería llegar, si bien el relato pasó por dos fases. Originariamente La Recherche se iba a componer de tres volúmenes. Al margen de ellos, Proust quería escribir un ensayo en torno a la homosexualidad, pero más tarde decidió juntar ambos flujos narrativos en uno solo, ya que en su vasto artefacto la pura narración podía convivir con el ensayo sin el menor problema. De esa manera La Recherche se convertía en una aventura tan literaria como filosófica que desbordaba los límites del naturalismo y a la vez lo llevaba a su más elevada consumación.
William Burroughs, el intelectual más dotado de la generación Beat, decía que es bueno saber a dónde quieres llegar cuando empiezas a escribir una novela.
Todo lo que se dijo de Proust acerca de la memoria involuntaria es una hipótesis demasiado vaga y que puede conducir a errores. La Recherche es una narración esencialmente lineal. Empezamos conociendo los personajes que precedieron a la vida de Marcel tras una presentación brumosa y casi arqueológica del narrador y de la región de Normandía. Enseguida aparece el narrador de niño y nos va contando exhaustivamente su vida y la de la gente de su entorno, hasta el crepúsculo final, algo goyesco pero que contiene las reflexiones más definitivas de Proust, un intelectual tan completo que uno no sabe si considerarlo un gran “poeta persa” (el concepto es de Barthes), un excelso novelista o un brillante pensador perfectamente capacitado para abordar problemas filosóficos de hondo calado.