Basilio Baltasar
Lunes.
En la conversación que mantuvo con Gina Lollobrigida, en Nueva York, en 1963, Robert Graves reconoce sentirse consternado por las estudiantes que acuden a oír sus conferencias. “Ver a todas esas bellísimas jóvenes, inteligentes, amables, tan bien cuidadas, con sus medias brillantes, junto a unos acompañantes sucios y desaliñados, que hablan únicamente de béisbol. ¡Y cuando pienso que todas esas muchachas tan lindas tienen que escoger entre esa gente a sus maridos!”.
Redactaré la proclama de una campaña feminista: Mujeres del mundo entero, por favor, no seáis hombres. En lugar de imitar sus hábitos, descartadlos. En vez de adoptar sus poses, ridiculizadlas. A cambio de compartir sus logros mundanos, despreciadlos. Sólo de este modo os librareis de ellos.
No estaría mal un spot o un video clip en el que la misma Gina, alentada por el viejo poeta inglés, recitara con elocuencia dramática, y gran pasión escénica, esta declaración. Aunque me temo que mi ocurrencia haya llegado tarde. Las cuotas femeninas que se negocian en las altas instancias financieras y gubernamentales demuestran que el modelo de macho alfa les ha contagiado su inconfundible estilo de primate irritado.